Las acciones de Singapur para mantener su modelo de éxito

Hablar de Singapur es sinónimo de éxito, progreso y desarrollo envidiable que la ha llevado a estar en la vanguardia de los primeros lugares en competitividad, calidad de vida y educación no sólo en el Sudeste asiático, sino a nivel mundial. Al momento de su independencia como antigua colonia británica en 1965, su PIB per cápita apenas alcanzaba los USD 500 y la zona donde se levanta la impresionante panorámica de rascacielos y lugares de envidiable lujo era solamente un pantano ubicado en una pequeña isla cuyo futuro distaba de ser promisorio. Hoy la tendencia es otra: en cinco décadas es una cifra diez veces superior que ostenta en USD 56.000 aproximadamente, el quinto país del mundo con mayor número de millonarios (9 de cada 100 habitantes tienen fortunas por encima de más de US$1 millón logradas en menos de una década según el Barclays Bark) y uno de los Índices de Desarrollo Humano (IDH) más elevados que garantiza un bienestar de vida por encima de muchas naciones desarrolladas.

En 2015, celebró el 50 aniversario de su independencia y es una evidencia contundente de que cuando un país se dispone seriamente a efectuar reformas que contribuyan a su desarrollo integral – más allá de sus adversidades y limitaciones – logran ser exitosos y se convierten en un referente de prosperidad económica. Un repaso a su historia nos muestra el camino que otros países podrían replicar y las medidas que está tomando en el presente para construir un futuro sostenible, en aras de mantener el modelo que tanto éxito le ha dado en las últimas décadas.

 

El poder de las reformas para el «milagro económico» 

El artífice de esta hazaña fue nada más y nada menos que el denominado «padre de la patria»: Lee Kuan Yew quien gobernó el país desde su independencia hasta 1990. Fue un hombre quien tuvo una visión estratégica y pragmática para emprender las políticas necesarias para llevar a Singapur hasta el lugar que ocupa en el escenario global, lo cual dio como resultado un modelo económico de capitalismo e intervencionismo estatal que transformó una nación de escasos recursos en una de las más competitivas y atractivas para los inversionistas extranjeros.

En otras palabras, condujo a un país prácticamente pobre a una de las economías más modernas y eficientes en un tiempo récord que muchas otras lograron en décadas y hasta siglos de historia. Su férreo liderazgo y «omnipresencia» en todas las decisiones públicas fueron claves para que en menos de cincuenta años, Singapur aprovechara su posición geográfica como puerto natural en el corazón del Sudeste Asiático para que las empresas transnacionales se establecieran en su territorio y luego, expandirse a los mercados asiáticos, promoviendo el desarrollo de una infraestructura de alta calidad junto al activo más valioso que tiene: el capital humano.

«Harry Lee» – como era llamado por su abuelo durante la infancia – no dudó en invertir en la gente a través de un sistema educativo universal, gratuito y de alta calidad para todos los habitantes de la isla, creando un talento humano atractivo para dichas compañías globales y convertirlo en la ventaja competitiva más importante, en aras de su posicionamiento como destino competitivo y seguro para la inversión. Asimismo, implementó un sistema de meritocracia que contribuyera a la movilidad social a través de una cultura de cero tolerancia ante la corrupción y los favoritismos políticos, en un lugar donde las oportunidades están a disposición de todos los singapurenses.

 

Lee Kuan Yew

Lee Kuan Yew, líder artífice del éxito de Singapur. Gobernó el país desde su independencia en 1965 hasta el año 1990. Fuente: BBC Mundo

 

En segunda instancia, creó un sistema judicial oportuno y eficiente que promovía la transparencia en los asuntos públicos, un programa de vivienda de bajo costo y generación de empleo a través de la diversificación económica en la industria, el comercio y los servicios financieros. Estos factores se conjugaron a partir de la cohesión social en un país caracterizado por la multiplicidad de orígenes, idiomas, razas y posición social, dado que siempre fue un polo de atracción para muchos migrantes que llegaban de todas partes de Asia. Mientras otros países mantenían conflictos étnicos y culturales entre diversos grupos sociales, Singapur fue capaz de crear una identidad colectiva y única por medio del multiculturalismo y un sistema de cuotas que garantizaba la mezcla de razas.

En tercer lugar, su política de confianza inversionista y un sistema legal que garantiza la estabilidad en las reglas jurídicas generan incentivos positivos para aprovechar las ventajas de un mundo globalizado, ayudando a mantener tasas prácticamente nulas o muy bajas en el número de crímenes o casos de corrupción, los cuales son castigados severamente con medidas draconianas que muchas veces han sido cuestionadas por su excesiva regulación y control, susceptibles de violación a los derechos humanos y libertades consagradas en países democráticos. Además, el gobierno de Singapur paga salarios bastante altos a los funcionarios públicos para evitar ser tentados por la ilegalidad y le permite mantener una institucionalidad sólida que vela por los intereses de todos los ciudadanos.

Y como un cuarto logro se encuentra su modelo educativo que le ha permitido posicionarse en los primeros lugares de las pruebas PISA a nivel mundial. Según un reportaje de la BBC, Singapur cuenta con el beneficio de tener un sistema pequeño y centralizado, cuyos maestros son entrenados en el Instituto Nacional de Educación de ese país, el cual garantiza que tengan conocimientos bastante profundos en sus respectivas disciplinas para que los niños tengan buenos fundamentos en las áreas de interés, ya sea en matemáticas, lenguaje o ciencias. Por si fuera poco, la nación asiática ha puesto la profesión de educador en un estatus elevado cuyos procesos de selección son bastante rigurosos para los aspirantes y hace que la competencia sea bastante dura para obtener un puesto (sólo el 5% de los profesionales graduados con las mejores calificaciones logran ocupar un rol dentro de una institución educativa).

Pero la gran diferencia del sistema educativo de Singapur frente a sus pares occidentales radica en que se enfoca directamente a la solución de problemas reales y generar un ambiente de aprendizaje más creativo. No basta con una simple teoría o memorización de conceptos ni ejercicios mecánicos con fórmulas matemáticas, sino que los estudiantes son puestos en los salones de clase a aplicar sus conocimientos en actividades que van desde la administración de sus finanzas hasta la construcción de prototipos tecnológicos, lo cual se refleja en los excelentes resultados de las pruebas PISA. La misma escuela dispone de todas las herramientas y salas de laboratorio para que los alumnos sean libres de dar rienda suelta a su creatividad e interesarse en otras disciplinas.

Otro factor crítico de éxito del modelo singapurense es el enfoque colaborativo entre agentes interinstitucionales (padres y maestros), capaz de crear sinergias en los procesos de aprendizaje y promover la investigación colectiva en todos los ámbitos. En este caso, los maestros con mayor experiencia se convierten en los mentores de aquellos que son nuevos y los padres se convierten en las personas más importantes para que los niños logren aprobar los exámenes que determina su ingreso al colegio de su preferencia, buscando que siempre tengan una «confianza extra» en sí mismo y sus habilidades. A pesar de sus críticas de ser demasiado estricto y generar mucho estrés en los más pequeños, es un sistema que reconoce sus debilidades, pero que sigue en su determinación para seguir siendo uno de los mejores del mundo.

Aunque el círculo virtuoso creado por las reformas ambiciosas de Lee Kuan Yew llevaron a Singapur a ser el país envidiable para muchos en el presente, el modelo empieza a mostrar síntomas de desgaste frente al panorama económico actual. Sin embargo, la «perla de Asia» ha decidido no quedarse de brazos cruzados para mantener su posición como la ciudad-Estado más próspera del Sudeste Asiático y del mundo.

 

«La ciudad más inteligente del mundo» 

Vivian Balakrishnan, ministro de Asuntos Exteriores de Singapur, fue contundente con la siguiente frase: «La gente visitará Singapur y dirá: he visto el futuro y funciona». El proyecto ambicioso para convertir a la «perla de Asia» en el primer país más inteligente del mundo fue anunciado como un plan a mediano-largo plazo tras la celebración de los cincuenta años de independencia. Dicha propuesta consiste en que la tecnología y la innovación giren en torno a la administración de cada uno de los elementos que hacen parte de la gestión urbana. En otras palabras, convertir a la ciudad-Estado en un «laboratorio viviente»: una especie de sala de pruebas de soluciones inteligentes para cuestiones urbanas que transformen, aún más, a una tierra de prosperidad y éxito sin igual; un arma para hacerle frente a la posverdad esgrimida por el extremismo político y los lastres económicos de la sociedad actual.

 

«Hay mucha angustia política por la desigualdad y el estancamiento de la clase media en los países desarrollados. Esto se ha visto acompañado de argumentos fuertes, populistas y en última instancia, inútiles sobre ideologías y políticas del pasado. En Singapur, sabemos que la nueva tecnología triunfa sobre la política como siempre». Balakrishnan a la revista especializada Engadget, año 2016. 

 

Las palabras del ministro son más que contundentes y son un faro de esperanza en medio de una incertidumbre global que amenaza con socavar el orden geopolítico establecido, pero que también invita a ver las crisis como una oportunidad para reinventarse y emprender proyectos novedosos para el bienestar de la sociedad. En ese orden de ideas, el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) hace una lista de los usos tecnológicos que dará el gobierno de Singapur a la consolidación de su ciudad-Estado inteligente:

 

  • Seguridad: se hará uso de drones que vigilarán desde el aire todos los movimientos del tráfico en las calles y medición de los niveles de contaminación en la ciudad. Además, se dispondrán de sensores en todos los edificios de la ciudad para la población mayor que, en caso de emergencia, pueda avisarles a sus familiares y las autoridades sanitarias puedan atenderlos lo más rápido posible. La más polémica de las medidas radica en la instalación de cámaras de seguridad en toda la isla para que el Gobierno pueda controlarlo todo, uno de los principales cuestionamientos a la sistemática violación de los derechos y libertades humanas que ejerce el Partido de Acción Popular, el único que ha dirigido al país desde su independencia.

  • Eficiencia energética: se recrearán mapas 3D para analizar el más mínimo detalle en la medición del consumo eléctrico en cada uno de los edificios del país. Con un sólo clic, se sabrán los niveles en el uso de energía, la capacidad instalada de los módulos solares fotovoltaicos y hasta el manejo de los residuos sólidos a través de una simulación de toda la cadena de procesos involucrados en la disposición de las basuras.

  • Robotización: una de las consecuencias de la cuarta revolución industrial es el uso de robots para realizar funciones que antes desempeñaban seres humanos. Singapur ha llevado a cabo varios proyectos piloto para dotar de robots HOSPI de la empresa japonesa Panasonic que se encargan de llevar medicinas a los pacientes, equipos quirúrgicos, brindar apoyo a los médicos e inclusive, practicar cirugías y tener inteligencia autónoma para la geolocalización de usuarios y análisis de datos.
  • Sostenibilidad ambiental: la «perla de Asia» es una ciudad-Estado que sabe reinventarse cada año en un espacio relativamente pequeño y ocupado en su gran mayoría por grandes rascacielos. Su mayor aporte a la «innovación verde» es la urbanización residencial Three House, considerado el jardín vertical más grande del mundo que contiene «superárboles» capaces de regular la temperatura absorbiendo el calor del aire, recolectando el agua lluvia y ofreciendo una espectacular panorámica de la imponente ciudad. Por si fuera poco, se emplea tecnología de punta para cultivar en granjas verticales que generan además un ahorro en el uso de energía.
  • Transporte: se ha dispuesto de implementar taxis autónomos (que se manejan solos) en colaboración de una start-up creada por el Massachussets Instituty Technology (MIT, por sus siglas en inglés), una de las mejores universidades a nivel mundial. El objetivo del proyecto es reducir a menos de la mitad, el número de taxis tradicionales (de los 780.000 que se mueven diariamente por las calles de Singapur hasta los 300.000 que pueden funcionar de forma automática y disminuyendo los tiempos de espera en 15 minutos para descongestionar el tráfico en el distrito tecnológico de la ciudad.

 

Singapur se ha determinado convertir estas iniciativas en una política pública que le permita llegar a ser el país del futuro y el primer inteligente del mundo. Ya está trabajando en ello.

Fuente: BBC Mundo en colaboración con Getty Images. 

 

Globalización a la inversa 

No sólo tiene como objetivo llegar a ser la primera ciudad-Estado inteligente del planeta, sino que además está realizando algunos ajustes en el modelo económico que lo llevó al éxito en las décadas pasadas. Tras convertirse en un polo de atracción para la inversión extranjera a través de bajos impuestos y una mano de obra altamente calificada que aprovechaba su posición geoestratégica para el acceso a otros mercados asiáticos, ha decidido buscar el fomento de sus propias multinacionales ante la débil demanda global y nuevas fórmulas de crecimiento más allá del comercio internacional.

Para tal efecto, el ministro de Finanzas de Singapur, Heng Swee Keat, incluyó dentro del presupuesto gubernamental para el año 2017 un fondo de US$ 600 millones para impulsar el desarrollo de empresas «made in Singapur» que logren internacionalizarse a través de las exportaciones de productos de alta calidad o en su efecto, salgan al exterior; por lo que se da un giro de 180 grados con respecto a las reformas económicas que se implementaron desde su independencia. El objetivo del país asiático radica ahora en reducir la dependencia de las inversiones foráneas y aumentar la productividad laboral; un camino que si bien no producirá resultados milagrosos como en el pasado, sí será complementaria al paquete de medidas anunciadas por las autoridades económicas para contrarrestar la desaceleración económica: el crecimiento económico del año 2016 cerró en 1.8%, la cifra más baja desde 2009 en pleno auge de la crisis financiera global.

 

«No hay elección. Si queremos continuar siendo competitivos, tenemos que salir fuera (de Singapur hacia el mundo)». Krystal Tan, economista para Singapur de Capital Economics. (Énfasis añadido).

 

Y no sobran los motivos para la preocupación: según el Fondo Monetario Internacional, el país tendrá una tasa de crecimiento del 2.5% en promedio según las proyecciones al año 2021, muy por debajo de los dos dígitos frente a décadas pasadas y los niveles de productividad laboral se encuentran estancados desde el 2011. Y si por un lado no llueve, por el otro no escampa: Singapur se enfrenta al mismo fenómeno de muchas economías desarrolladas con respecto al envejecimiento de la población y bajas tasas de natalidad, así como tiene dificultades para que su fuerza laboral pueda adaptarse a la digitalización de la economía, sobre todo porque ante la carencia de recursos naturales debe apoyarse en su talento humano para mantener su competitividad a nivel global.

Pero ahí no acaban todos sus problemas: el país asiático es vulnerable a los reveses globales y su posición geográfica confluye con los intereses geopolíticos de sus pares regionales. La incertidumbre global generada por la debilidad de la demanda externa y la reducción del comercio internacional ponen en tela de juicio la continuidad de sus logros en materia de prosperidad económica y modernidad centrada en el desarrollo integral de sus habitantes. En ese sentido, Singapur es consciente de que ahora debe enfrentarse a la era de la «desglobalización» que marca la presidencia de Donald Trump en EE.UU. y la guerra comercial con China, su principal competidor en Asia y que ha apostado por un modelo totalmente contrario al suyo.

La competencia regional también pasa cuenta de cobro al crecimiento económico de Singapur: varios países del Sudeste Asiático son intensivos en mano de obra barata y los constantes cambios en las rutas marítimas y aéreas perjudican su posicionamiento como centro de conexión en esta región del mundo. Esta situación se ve reflejada en la pérdida como puerto más grande a nivel global en tráfico de contenedores desde 2005, siendo reemplazado por el de Shánghai, siendo uno de los golpes más fuertes a las bases de su crecimiento a partir de la globalización.

A diferencia del enfoque tradicional de los planes de competitividad en la consolidación de clústers o sectores estratégicos, Singapur busca posicionar empresas específicas cuyas marcas locales sean fuertes y tengan un mayor éxito para triunfar en los mercados internacionales, ayudando a crear puestos de trabajo sostenibles y cerrar las brechas de productividad que logren generar un reequilibrio de su modelo de crecimiento que ha sido implementado desde su independencia, siguiendo los casos de Holanda y Suiza que cuentan con empresas transnacionales bastante fuertes.

Sin embargo, los desafíos siguen siendo enormes para que los ajustes sean exitosos, puesto que paradójicamente la «perla de Asia» se ha convertido en víctima de su propio invento y la transición hacia un nuevo enfoque, si no es bien encaminada, puede ser más traumática de lo pensado, es decir, la cura llega a ser peor que la enfermedad.

 

«El problema es que el éxito que ha supuesto para Singapur atraer a multinacionales representa un obstáculo al emprender esa transición hacia una economía con más énfasis en lo doméstico: la alta productividad de las firmas globales ha aumentado los sueldos y los costes estructurales, limitando la competitividad de los sellos con ADN local». Paloma Almoguera para EL PAÍS de España, Marzo 25 de 2017. 

 

La mayor evidencia de esta problemática se encuentra en las políticas laborales de protección a los trabajadores singapurenses y limitaciones a la contratación de mano de obra extranjera a partir de mayores impuestos y que se enfrenta a las críticas de la Federación de Negocios de Singapur, la cual pide mayor contundencia a las autoridades gubernamentales para extenderlas a todos los sectores de la economía del país y que por ahora sólo son aplicables en la marina y empresas manufactureras, pero que el Gobierno de la isla decidió posponer para el 2018.

Y por último, Singapur debe lidiar con la búsqueda de un «escenario ideal» que consista en un equilibrio (o por lo menos, coexistencia) entre dos modelos que son, en teoría, mutuamente excluyentes entre sí. El debate se ha centrado en los factores estructurales de los incentivos a la inversión extranjera mediante exenciones y reducciones fiscales, que por ahora no ha sufrido cambios sustanciales, pero que sí genera un dilema económico que trae consigo muchos riesgos: la consolidación de empresas domésticas que logren competir cara a cara con las multinacionales en la isla y que son la razón de su éxito, sin que decidan huir a otros países.

La mayoría de los analistas están de acuerdo en que no será una tarea sencilla y que el frágil equilibrio puede convertirse en una espada de doble filo para el futuro económico de Singapur, pero cuyos resultados positivos se podrán ver en el largo plazo. Aunque todavía es demasiado pronto para evaluar si fue un éxito o fracaso (todavía está en un periodo de prueba o fase experimental), no cabrá la menor duda de que la ciudad-Estado más importante del mundo incursionó correctamente su salida al mundo y mejor aún, logró reinventarse a sí misma para seguir siendo el referente del que todos hablan.

 

El influjo del turismo

Marina Bay Singapore

Hotel Marina Bay, una de las joyas arquitectónicas del «skyline» singapurense y todo un ícono de la ciudad. Fuente: Pinterest.

 

La isla se ha convertido en un gran laboratorio urbano que sabe reinventarse e impresionar tanto a foráneos como locales. Más allá de sus grandes rascacielos y la pulcritud de sus espacios públicos, Singapur ha emprendido un ambicioso proyecto que busca integrar zonas verdes con la arquitectura de calles y edificios, lo cual se puede ver con los jardines colgantes de Three House y la construcción del hotel Marina Bay en la ciudad. Todo ello tiene como objetivo su promoción como destino turístico atractivo en el Sudeste asiático y reducir la dependencia del sector manufacturero. Según las cifras estatales, un total de 16,4 millones de visitantes llegaron al país en 2016 (crecimiento del 7,7% en comparación con el 2015) que dejaron ingresos por cerca de 24.800 millones de dólares, un 13,9% mayor frente al año anterior.

Irónicamente, el mayor apoyo al turismo de Singapur proviene de China que fue el país de origen de la mayoría de los visitantes a la isla, logrando un incremento del 36% frente al año 2015 y seguido por lejos de sus vecinos Malasia e Indonesia. Estos resultados son el esfuerzo de una política pública que viene siendo implementada desde el 2005, cuando se creó el Fondo para el Desarrollo del Turismo y llegar al objetivo de los 17 millones de turistas anuales; meta que todavía no se ha cumplido, pero que está cerca de ser una realidad. Con base en lo anterior, el turismo contribuye al 4% del PIB y genera 160.000 empleos al año para los habitantes del país.

 

Un ejemplo para Colombia

Aunque cada país es único y tiene una historia particular que contar (con sus virtudes y defectos), el caso de Singapur sirve como ejemplo para Colombia, en aras de emprender las reformas estructurales que sean capaces de crear un desarrollo económico y social que apunten al bienestar de toda la población; sobre todo cuando fue una nación más pobre que la nuestra en el momento que logró su independencia, supo vivir en un territorio desfavorable e inhóspito y disponía de escasos recursos naturales.

Singapur demuestra que el recurso más importante que tienen los países es su capital humano y que brindar educación de alta calidad genera prosperidad para todos: los retornos de la inversión y beneficios sociales son superiores a cualquier otra política. No obstante, sigue siendo una tarea pendiente de Colombia y que es una recomendación usual de todos los organismos multilaterales para el país, dado que persisten las dificultades en el acceso a la educación superior por parte de los sectores menos favorecidos, la baja calidad de los programas o carreras en las universidades e institutos tecnológicos, la desconexión entre los currículos y las competencias exigidas en el mercado laboral, así como el déficit en la financiación de las universidades públicas.

También el país asiático sirve como un espejo para contrarrestar la cultura de la corrupción que impera en la mayoría de los círculos políticos del país. En Singapur se castiga severamente a todo aquel que recurra a las vías de la ilegalidad o promueva un uso indebido de los recursos públicos, lo que produce confianza y transparencia en cada uno de los procesos que el Gobierno lleva a cabo con terceros. Asimismo, pone en tela de juicio la ineficiencia del sistema judicial colombiano cuya velocidad de respuesta es demasiado lenta y donde la mayoría de los casos quedan en la impunidad para los responsables de este tipo de delitos.

Lo anterior deriva en un Estado paquidérmico y cooptado por los vicios de las élites dominantes sin la autoridad moral para promover la integridad en los asuntos gubernamentales, peor aún cuando se convierte en una debilidad institucional para proponer reglas de juego claras para todos y las grandes decisiones del país se pierden en una burocracia y excesivos mecanismos de control ante la desconfianza generalizada. Colombia sigue todavía demasiado lejos del ejemplo de Singapur en este aspecto, dada la inestabilidad en las reglas jurídicas para las empresas y los ciudadanos, muchas de ellas contraproducentes para el crecimiento económico, la generación de riqueza, el respeto a los derechos fundamentales y la realización de sus proyectos de vida.

Otro factor a tener en cuenta que Colombia puede aprender de Singapur es la integración de la tecnología y la innovación para impulsar un crecimiento económico que sea sostenible en el tiempo, así como buscar soluciones a los problemas urbanos. No basta simplemente con el efecto de las políticas macroeconómicas o depender del modelo extractivista basado en los precios de las materias primas, sino que es necesario consolidar encadenamientos productivos con bienes y servicios de mayor sofisticación o en su efecto, incentivar otro tipo de sectores estratégicos donde el país tiene un gran potencial para posicionarse en el mundo emergente y por supuesto, profundizar el crecimiento de «ciudades sostenibles» en el país.

Esto implica cambiar el enfoque de estar analizando problemas sobrediagnosticados y poner en práctica las reformas estructurales en varios ámbitos, así como apostar al largo plazo más allá de los vaivenes políticos. De la misma manera, en desarrollar mejores condiciones para la atracción de inversión extranjera, reducción de las cargas tributarias (una de las más altas de América Latina), mayores mecanismos de financiación para nuevos emprendimientos y aprovechar las ventajas de la disrupción tecnológica por medio de la investigación e innovación. Lamentablemente, Colombia todavía sigue siendo un país asistencialista y con amplia resistencia al cambio frente a las nuevas tendencias que ya han sido asimiladas exitosamente en los mercados globales.

Y también hace falta un verdadero liderazgo que sea visionario e inspirador para construir un discurso colectivo que logre agrupar a todos los sectores de la sociedad, más allá de las confrontaciones y el canibalismo de los discursos ideológicos. Así como Singapur permitió la mezcla de razas para que más allá de su proveniencia étnica o lingüística se vieran como habitantes de una nación, Colombia debe aprovechar su multiculturalidad para incentivar el desarrollo de las regiones que han estado excluidas de los beneficios del desarrollo económico, sobre todo cuando empieza a escribir el primer capítulo del posconflicto con todos los desafíos que ello implica.

Si ha de ser así, quizás algún podremos estar a la altura de Singapur y ser reconocidos en el mundo, igual al modelo exitoso que lo llevó a la fama y la prosperidad. Sólo así podremos soñar con hablar del «milagro colombiano» en un futuro no lejano.

3 comentarios en “Las acciones de Singapur para mantener su modelo de éxito

  1. casabonnline dijo:

    Estimado Luis, mi nombre es Cristina Casabón y estoy a cargo de la web de WEF_ES; he visto que ha compartido este artículo en nuestras redes, y me parece muy interesante. Quería saber si podemos republicarlo en nuestra web en español, poniendo un link a su blog en el apartado de fuente. Gracias por considerar la propuesta. ¡Un saludo!

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    • businemetrics dijo:

      Estimada Cristina:

      Me alegra mucho que te haya parecido interesante mi artículo, sobre todo al estar cargo de la página del Foro Económico Mundial en español. En efecto, tienen mi visto bueno para replicarlo en su sitio web y dar crédito a mi blog profesional como fuente. Si considera que se debe realizar algún cambio o hacer alguna edición que no comprometa la integridad del texto, quedo atento a sus comentarios. Muchas gracias por tenerlo en cuenta.

      Cordial saludo.

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